EL CATECUMENADO Y LA DIMENSION RELACIONAL DEL HOMBRE
     “NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO” (Gen 2,18)

       
INTRODUCCIÓN
       
      Todas las creaturas han sido creadas por Dios en orden a vivir en relación entre sí mismas, y también entre sí y su Creador. Ninguna creatura ha sido creada para vivir en soledad. La relación es expresión del amor. Dios es amor, y este amor se expresa en la relación permanente que Él tiene con las otras personas de la Trinidad, y también con la creación entera. Por ello, el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, está llamado a vivir en relación con su Creador, y con las demás creaturas que lo rodean: “Somos porque estamos puestos para amar. Y la belleza se despierta como una luz que aparece en la relación. “Cada cosa exalta la belleza de la otra” (Eclo 42,25).”1
      El origen de la relación es el amor trinitario, y a su vez, la creación entera está llena del amor de la Trinidad. Gracias al desarrollo Teológico-magisterial, se puede conocer con mayor profundidad la relación entre la Sagrada Trinidad y la creación2. En efecto, el libro del Génesis habla de un soplo divino que es infundido en el hombre para que tenga vida: “El Señor Dios formó al hombre con polvo del suelo, sopló en sus narices un aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gen 2,7). Dios que da la vida al hombre y a todo cuanto existe, no es un Dios solitario, sino un Dios que se manifiesta como personal.3 De hecho, el relato del libro del Génesis, utiliza el plural “Hagamos” (Gen 1,26):
Juan Pablo II señala, en primer lugar, que el orden del amor pertenece a la vida íntima de Dios mismo, en la que el Espíritu Santo es la hipostasis personal del amor. Al situar el orden del amor en la vida divina se advierte que no está hablando del amor que merecen las cosas según su calidad ontológica – Scheler-, sino de un orden que se encuentra dentro de un mismo nivel, entre personas que son ontológicamente de la misma categoría.4
      La soledad que experimenta el hombre en los orígenes, antes de la creación de la mujer, es solo el camino de apertura hacia el otro. La experiencia de la soledad existencial y la ruptura de su ser relacional serán consecuencia del pecado original, que según palabras de Kierkegaard es un “cataclismo ontico” en el ser del hombre.
      Como consecuencia, los intentos de saciar esta existencia con recursos meramente humanos, lo llevan a la tristeza, la angustia y la soledad. Al experimentar la aspiración profunda de su corazón, todo hombre hace suya la verdad expresada por San Agustín: “Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti” (cf. EV 35).
      Precisamente, uno de los más grandes y dramáticos problemas que afronta nuestra sociedad desde hace ya algunos años, es la soledad, consecuencia inmediata de la “crisis relacional”. Por ejemplo, según el  diario la Nación del 5 de julio de 2018, para millones de británicos mayores de 65 años, la televisión es su principal compañía. Cientos de miles no tuvieron una conversación con un pariente o amigo en más de un mes. Y cerca de un 20% de la población con frecuencia o siempre se siente solo. La situación no se restringe a Gran Bretaña. La Asociación Estadounidense de Psicología catalogó la soledad como una epidemia que podría ser tan nociva como la obesidad.
      Unido a este factor, se puede añadir el alto índice de separaciones y divorcios que crece cada día más. El sufrimiento a causa de estas situaciones, tiene consecuencias graves en la vida de muchos  niños y jóvenes. Solo por citar un ejemplo: En Italia, los datos publicados por el Instituto Central de Estadística (ISTAT) revelaban que, desde 1995 hasta el 2005, el número de divorcios ha aumentado de forma significativa. Según un reportaje del 26 de junio en el periódico “La Repubblica”, durante este periodo de 10 años los divorcios aumentaron en un 74 por ciento, alcanzando los 47.036 en 2005. El número de separaciones aumentó un 57,3 por ciento en los 10 años, alcanzando las 82,291 en 2005. Según las leyes italianas, la separación es el paso preliminar para poder obtener el divorcio, aunque no todas las parejas que registran su separación acaben en divorcio. Más datos sobre divorcios vienen de Canadá los datos más recientes disponibles del Registro de Divorcios son del 2003 y mostraban que cerca de 71.000 parejas casadas se divorciaron ese año.5
      Ahora bien, ¿Qué respuesta se ofrece al problema de la soledad y la crisis de relación que experimenta el hombre del S. XXI?
      La Iglesia, consciente de la realidad por la cual atraviesa el hombre de nuestra generación, ha querido recordar, a través del Concilio Vaticano II, el valor fundamental de la persona, creada para la comunión. Pero esta comunión no se puede vivir en el anonimato. Se necesita recuperar el primer modelo Apostólico que encontramos en los Hechos de los Apóstoles: “La multitud de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma” (Hch 4, 32). Y que viene testificado por la Tradición y  el testimonio de los Padres de la Iglesia de los primeros siglos.
       El catecumenado “es la institución que tiene la Iglesia para dar la auténtica libertad al hombre y recuperar la verdadera imagen de Dios, llevándole al fin para el que ha sido creado: la unión plena con Jesucristo”.6 Como ha dicho San Gregorio de Nisa en el siglo IV: “El llegar a ser semejantes a Dios no es obra nuestra, ni el resultado de una potencia humana, es una obra de la generosidad de Dios que desde su origen ofreció a nuestra naturaleza la gracia de la semejanza con él.”7
      El catecumenado pos bautismal es un tiempo de descendimiento espiritual y conocimiento profundo de uno mismo. Es un tiempo de gracia que conduce al hombre y a la mujer a la gradual adquisición de la simplicidad interior del hombre nuevo que Cristo propone en el Sermón de la montaña.
      Las primeras comunidades que encontramos en la Iglesia primitiva eran sostenidas por la escucha de la Palabra de Dios, la Eucaristía (Fracción del pan) y sobretodo, la vida en comunidad.
      El Catecumenado ordena, recupera, sana y recrea el ser relacional en el hombre, herido por el pecado original. Esta es la respuesta que se propone para el hombre de esta generación que vive sometido a una profunda soledad y que lo lleva muchas veces a la depresión e incluso al suicido.
      
       
1. SITUACIÓN ACTUAL DEL PROBLEMA
      
      La problemática de la relación, y la soledad no es reciente, se ha ido agudizando a través de los años.
      Hoy se pretende imponer una filosofía que quiere acabar con la cultura cristiana para implantar una nueva cultura atea y secularizada. Para ello, muy sutilmente se ha ido cambiando el modelo tradicional de familia e introduciendo un nuevo modelo fundado en falsos criterios de verdad y libertad. En este aspecto, el estado juega un papel trascendental. La familia siempre ha sido el fundamento sobre el cual se ha construido la sociedad. Sin el núcleo familiar, como eje de su vida, el hombre no tiene más remedio que orientar su vida en orden al Estado y sus leyes, ya que se encuentra completamente solo. Esa es una de las posibles razones, por la cual el Estado promueve y facilita el divorcio. A motivo de este tema, el Papa Francisco dice lo siguiente:
El Estado no constituye la totalidad de la existencia humana ni abarca toda la esperanza humana. El hombre y su esperanza van más allá de la realidad del Estado y más allá de la esfera de la acción política. Y esto es válido no solo para un Estado al que se puede calificar de Babilonia, sino para cualquier tipo de Estado. El Estado no es la totalidad. Esto le quita un peso al hombre político y le abre el camino de una política racional. El Estado romano era falso y anticristiano precisamente porque quería ser el totum de las posibilidades y esperanzas humanas. Pretendía así lo que no podía realizar, con lo que defraudaba y empobrecía al hombre. Su mentira totalitaria le hacía demoniaco y tiránico.8
      Los medios de comunicación, en particular las redes sociales, muchas veces contribuyen a difundir dicha concepción. Por ejemplo, un considerable número de películas que se proyectan en el cine, tienen un alto índice de perversión, violencia física y verbal, erotismo, etc. Lo mismo sucede con muchos programas de televisión, los cuales, sin que el hombre se dé cuenta, infunden en su mente y en su corazón diversos conceptos totalmente alejados de la verdad y el bien moral. En este sentido, gozan de grande credibilidad algunos grupos de personas preparadas por el estado o instituciones poderosas, con gran ambición de dinero. Dichas personas se presentan en la televisión con argumentos convincentes, inundados de liberalismo sexual, amoralidad, y otro género de cosas contrarias, incluso, a la naturaleza humana. El Papa Benedicto XVI fiel a la voz del Espíritu Santo, ha hecho un fuerte reclamo al mundo entero, a través de las siguientes palabras:
¿Qué es, pues, el Estado? ¿Para qué sirve? Podemos decir sencillamente que la tarea del Estado es mantener la convivencia humana en orden, es decir, crear un equilibrio entre libertad y bien que permita a cada hombre llevar una vida humana digna. Podríamos añadir que garantiza el derecho como condición de la libertad y el bienestar generales. Corresponde al Estado, ante todo, gobernar, pero en segundo lugar, es también función suya hacer que el gobierno no sea simplemente un ejercicio de poder, sino protección del derecho que asiste al individuo y garantía del bienestar de todos. No es misión del Estado traer la felicidad a la humanidad. Ni es competencia suya crear nuevos hombres.9
      En la sociedad actual, parece ser, que el único vínculo de relación, es el que tiene el ciudadano con el estado. La Ley es el medio a través del cual se realiza la vinculación entre el hombre y el estado. El gran peligro, en último término, es que éste, se convierta en la nueva religión para los hombres. En dicha religión, el hombre no existe como persona, existe solo para el estado. Debido a esto, se debe llamar a los ciudadanos continuamente a seguir la voz del estado, el cual habla por medio de los programas políticos, mítines, etc. El estado asume la misión del padre y de la madre. Asume la educación y el cuidado de los hijos, sustituyendo inclusive, la conciencia del hombre:
El problema de la conciencia se ha convertido actualmente, sobre todo en el ámbito de la teología moral católica, en un punto esencial de la moral y conocimiento moral. La disputa gira en torno a los conceptos de “libertad” y “norma”, “autonomía” y “heteronimia”, “autodeterminación” y “hetero determinación” por la autoridad. La conciencia aparece en todo ello como baluarte de la libertad frente a las constricciones de la existencia causadas por la autoridad…La libertad del cristiano quedaría a salvo gracias a la proposición originaria de la tradición moral: la conciencia es la norma suprema, que el hombre ha de seguir incluso contra la autoridad.10
      El hombre que ya no es apreciado como persona, queda reducido simplemente a un elemento estadístico, medido por los censos, los votos, la demografía, y la economía. No es un ser llamado al amor y a la relación con los otros, sino simplemente un contribuyente. La ética que propone esta nueva concepción de estado moderno ateo secular, está lejana de la Revelación. En este contexto, han surgido desde hace varios años, tres fenómenos dentro de la sociedad y la Iglesia: la desacralización, la descristianización y la crisis de fe11. Como consecuencia de todo lo dicho anteriormente, la Iglesia es considerada por algunos, un enemigo del estado, destinada en breve tiempo a desaparecer. Por tanto, aquello que corresponde a la Iglesia con respecto a la educación y formación de los hombres, se transfiere al estado, el cual las orienta según sus criterios subjetivos, carentes de moral cristiana:
La educación de la libertad implica educar en la responsabilidad, y esto corresponde primordialmente a los padres, a quienes compete transmitir convicciones y educar en las virtudes; enseñar a pensar, a luchar, a sufrir y a amar. Es necesario cultivar con mayor cuidado el sentido de su responsabilidad, pero ello no será posible si no se facilitan a los padres aquellas condiciones de vida que les permitan tener conciencia de su propia dignidad y responder a su vocación.12
      La educación que imparte el estado tiene como misión, defender sus ideales. En el nuevo sistema de educación se ha insertado un cambio de lenguaje. Muchos de los ideales que imparte el estado están fundados en una supuesta libertad sexual. Se pretende difundir el pensamiento de que si existe libertad sexual, muchos delitos, violaciones y aberraciones, disminuirán. En cambio, en la realidad, sucede lo contrario. Cada día los porcentajes de delitos, violaciones y aberraciones son más altos. Esta nueva forma de educación tiene como base la llamada ideología del género, que ya se ha aprobado en muchos países, y que se intenta aprobar en muchos otros:
La ideología del género, difundida ampliamente en programas de “educación sexual” o “salud sexual reproductiva”, ha sido adoptada en varios países sin caer en la cuenta de sus implicaciones antropológicas, éticamente inaceptables. Dicha ideología, que parte de una visión sexo-céntrica de la juventud, promueve comportamientos meramente hedonistas e irresponsables, que banalizan la sexualidad y llevan a la persona a tratarse a sí misma y a los demás como simples instrumentos de placer pasajero y vacío.13
      El falso concepto de libertad sexual pretende inculcar en las nuevas generaciones la fuerte convicción de que todo está permitido. Según este nuevo tipo de ideología, el hombre y la mujer, el chico y la chica, el niño y la niña, tienen derecho a elegir su comportamiento e inclinación sexual, sin que nadie pueda interferir en su libre elección:
Corrompiendo la verdadera definición de libertad, y presentándola como una fuerza autónoma de autoafirmación egoísta, a las nuevas generaciones se les llega a adoctrinar en los llamados “derechos sexuales”, que incluirán el “derecho al placer” y a lo que llaman “libertad sexual”, para promover la promiscuidad entre los adolescentes, deformando el verdadero sentido de la sexualidad humana.14
      En algunos países, como por ejemplo en Escandinavia, el matrimonio incestuoso está permitido: madre e hijo se pueden casar y tener hijos. Este hecho ha sido siempre aberrante en todas las culturas. En muchos otros países el hecho de adoptar hijos se ha transformado en un derecho. Cada vez, resulta más fácil que una pareja de gays o lesbianas puedan adoptar un hijo. Todo esto también tiene su importancia en el ámbito político, ya que, cuando las minorías se asocian y forman un colectivo, pueden ser ellas las que deciden el futuro de los gobernantes en una determinada nación.
      La familia y el proyecto originario de Dios sobre el matrimonio, no son de interés para el estado. Todavía más, el estado tiene que demostrar que la Iglesia y sus representantes, es decir, Obispos y presbíteros, han llenado la conciencia de la gente de tabúes sexuales, que han producido a su vez, una neurosis colectiva. Al respecto, Sigmund Freud, padre del psicoanálisis15 proclamó que todos aquellos que se consideren religiosos, en el fondo solamente están llenos de neurosis, por tanto, necesitan la imagen paterna y determinados ritos para conservar su religiosidad. Además la religión se puede considerar como ausencia de cultura. Por eso, el hombre adulto que proclama Freud, no tiene necesidad ni de la religión, ni de la figura paterna, y mucho menos de ritos religiosos.
      En los ideales de este nuevo tipo de sociedad no están considerados ni el perdón ni la reconciliación. Se considera que el hombre no puede permitir la injusticia, y si es necesario debe defender su vida con la violencia social, llegando incluso a extremos tales como: la revolución, la subversión y el terrorismo. Como es natural, para el hombre y la mujer de este nuevo tipo de sociedad, todo aquello que ha proclamado nuestro Señor Jesucristo en el Sermón de la montaña, es un escándalo, una ideología irreal, carente de sentido. A la Iglesia se le mira solo desde sus errores y pecados, y se intenta por todos los medios de desacreditarla, de modo que a los ojos de los hombres, aparezca como una institución del pasado, en una situación actual de fracaso total. Sin embargo, Dios continúa a llamar al hombre a la conversión, a través de sus apóstoles y profetas. Él quiere que el hombre descubra cual es la verdad, la cual radica en el hecho, que el hombre es un ser escatológico, creado para vivir eternamente con Dios en el cielo y por eso no puede reducir su felicidad a una vida mediocre aquí en la tierra:
La verdad es que es precisamente la actitud “escatológica” la que garantiza el derecho del Estado y preserva del absolutismo, al poner de manifiesto los límites del Estado y los de la Iglesia en el mundo. Siempre que se ha mantenido esta actitud fundamental, la Iglesia ha sabido que no puede ser el Estado, que la ciudadanía definitiva está en otra parte y que en la tierra no se puede erigir el Estado divino. La Iglesia respeta el Estado terrenal como un orden propio del tiempo histórico, con sus derechos y su leyes, que ella acepta…Si no queremos caer de nuevo en las garras del totalitarismo, tenemos que mirar más allá del Estado, que es una parte, no el todo. La esperanza en el cielo no está en contra de la fidelidad a la tierra. Esperando lo más excelso y definitivo, los cristianos debemos y tenemos que llevar esperanza también a lo provisional, al estado en el mundo.16
      En la medida en que el hombre queda reducido a un ente de producción, poco a poco se va despersonalizando. Los adelantos técnicos - científicos que tendrían la misión de ayudar al hombre para que viva cada vez mejor, producen tantas veces el efecto contrario. El hombre se encuentra en medio de una sociedad impersonal, competitiva y tiránica. En este caso, la verdad depende de la visión subjetiva de cada persona, y la libertad, lejos de ser un don para amar, se convierte en un medio para realizar lo que se considere mejor, según libre conveniencia. Como consecuencia, se produce un conflicto entre los límites de las libertades de las personas. Se pueden permitir cualquier tipo de actos privados o públicos, con la única condición de no violentar la libertad ajena. Al final este nuevo tipo de sociedad promueve que las personas vivan entregadas a sus emociones, placeres y apetitos, y esto a su vez, produce un conflicto entre las diversas dimensiones de la persona: racional, afectiva e instintiva:
La libertad conserva la dignidad cuando permanece vinculada a su fundamento y a su cometido moral. Una libertad cuyo único argumento consistiera en la posibilidad de satisfacer las necesidades no sería una libertad humana, seguiría recluida en el ámbito animal. La libertad individual vacía se anula así misma, porque la libertad del individuo solo puede subsistir en un orden de libertades.17
      No se trata meramente de un error antropológico, sino de una forma de entender la existencia humana de forma equivocada, asumiendo las consecuencias inmediatas. En la medida en que el hombre pierde el contacto profundo con los valores e ideales verdaderos, se aproxima al sin sentido de su existencia. “Una vez que se ha quitado la verdad al hombre, es pura ilusión pretender hacerlo libre. En efecto, verdad y libertad, o bien van juntas o juntas perecen miserablemente” (FR 90). Las relaciones interpersonales no son posibles, porque el hombre no tiene trascendencia. No puede amar, ni perdonar y en muchos casos se hunde en una terrible depresión que termina normalmente en el suicidio. Si la libertad del hombre no le conduce a relacionarse con Dios y con los otros, es decir al amor y a la comunión, su existencia se convierte en algo nocivo y frustrante:
Dios da a cada hombre la libertad, que posee una esencial dimensión relacional. Es un gran don del Creador, puesta al servicio de la persona y de su realización mediante el don de sí misma y la acogida del otro. Sin embargo, cuando la libertad es absolutizada en clave individualista, se vacía de su contenido original y se contradice en su misma vocación y dignidad. Hay un aspecto aún más profundo que acentuar: la libertad reniega de sí misma, se autodestruye y se dispone a la eliminación del otro cuando no reconoce ni respeta su vínculo constitutivo con la verdad18.
      Dos grandes males que amenazan al hombre pos moderno son: la falsa autonomía y la frustración. Un número considerable de personas de nuestra generación piensa de ser autosuficiente y por tanto, de no necesitar a nadie. Dicho individualismo se caracteriza por la búsqueda desmesurada de éxito, dinero, placer y tantas otras tentaciones que poco a poco seducen al hombre hasta oscurecer en su conciencia totalmente la verdad. En nuestra sociedad, el matrimonio es amenazado sobre todo en dos aspectos fundamentales: la fidelidad conyugal y la apertura a la vida, y todo esto tiene como raíz, el afán de dinero (cf. GS 47).El Evangelio de Lucas proporciona una luz para esta situación:
Había un hombre rico, cuyas tierras dieron una gran cosecha. El rico se puso a pensar: ‘¿Qué haré? ¡No tengo donde guardar mi cosecha!’ Y se dijo: ‘Ya sé qué voy a hacer: derribaré mis graneros y construiré otros más grandes en los que guardar toda mi cosecha y mis bienes. Luego me diré: Amigo, ya tienes muchos bienes guardados para muchos años; descansa, come, bebe y goza de la vida.’ Pero Dios le dijo: ‘Necio, vas a morir esta misma noche: ¿para quién será lo que tienes guardado?’ Eso le pasa al hombre que acumula riquezas para sí mismo, pero no es rico delante de Dios (Lc 12, 16-21).
      Este falso ideal de vida antes mencionado, entendido equivocadamente como autorrealización, encierra al hombre en sí mismo y le impide relacionarse con las personas. La consecuencia inmediata es que los vínculos entre las personas van desapareciendo hasta el extremo de considerar a la persona con criterios utilitaristas y proporcionalistas.
      La consecuencia más trágica de todo lo anteriormente mencionado es: la desvalorización de la familia. La supervaloración del bienestar material que se ha sido introducido en nuestra sociedad, afecta de modo particular al matrimonio y la familia. A causa del consumismo y el afán de dinero que dominan en gran medida las relaciones en nuestra sociedad, la familia ha abandonado la Iglesia y se ha dejado invadir por las nuevas corrientes paganas. El hombre rompe toda relación con Dios y busca únicamente aquello que le otorgue poder y éxito, destruyendo automáticamente sus relaciones familiares.19
      Refiriéndose a la situación de Europa, Joseph Ratzinger, decía que “en la hora del máximo éxito, se había quedado vacía por dentro y paralizada por una crisis en su sistema circulatorio, comprometiendo seriamente su vida y eliminado al final su propia identidad”20. Ratzinger se refería a Europa, sin embargo es lo mismo que hoy está sucediendo con muchas familias en el mundo entero. Se han dejado arrastrar por el oleaje de la secularización con todos sus bienes aparentes, llegando a perder su propia identidad.
      La presencia de los padres en el hogar y su figura como educadores es cada vez más ausente. En lugar de la educación de los padres, los hijos reciben otro tipo de educación que viene administrada a través de los medios de comunicación y las redes sociales:
Es necesario también defender el derecho de los padres a educar a su hijos de acuerdo a sus convicciones morales y religiosas. Esto exige que la autoridad política provea y disponga los espacios necesarios para que este derecho sea realmente efectivo y que los padres se preocupen por saber que se enseña a sus hijos en la escuela, sobre todo en materia de educación sexual. Se debe brindar a los adolescentes y jóvenes una educación adecuada a su edad en el ámbito de la solidaridad, de la afectividad y sexualidad humana, mostrando la belleza de la vocación al amor verdadero, que el hombre está llamado a vivir para alcanzar la felicidad.21
      En consecuencia, los hijos carecen de los valores morales indispensables para su vida futura, interiormente incapaces de afrontar el sufrimiento y de tomar decisiones serias y duraderas, destinados en ultimo termino a una vida sola, llena de bienes materiales, pero vacía existencialmente.
      
      
      
      
      
2. EL HOMBRE SER RELACIONAL, A LA LUZ DEL CATECUMENADO PARA ADULTOS

2.1 FUNDAMENTO BIBLICO
      Las Sagradas Escrituras son la primera fuente de iluminación que permite a la Iglesia de  redescubrir la riqueza del Catecumenado22 desde sus inicios en la historia de salvación. Dios se ha relacionado con Israel de un modo particular y privilegiado, diverso de los otros pueblos, como un padre o una madre se relacionan con su hijo, e incluso como un esposo se relaciona con su esposa, figura de la relación entre Cristo y la Iglesia, y entre el alma humana y Dios.
       En las figuras bíblicas que se describirán sintéticamente a continuación, el hilo conductor será precisamente esta continua intervención de Dios que entra en relación con la vida del hombre y provoca al mismo tiempo una respuesta del hombre, cuyo ser relacional viene renovado por el amor gratuito de Dios
      Dios ha querido iniciar la historia de la Salvación entrando en relación con una persona que se llama Abraham. A Él le promete ser padre de una multitud de hijos “como las estrellas del cielo y la arena de las playas marinas” (Gen 22,17). Se pone en contacto con él y le demuestra a través de diversos signos, que lo quiere de un modo particular. El Señor inicia una relación de amistad con Abraham, fundada en la promesa de un hijo y una tierra. La promesa que realiza Dios es inmensa, pero el presente es precario, por lo cual Abraham debe responder a la voz de Dios a través de la fe.23
      Dios continúa la relación que había iniciado con Abraham, a través de su hijo  Isaac. En el monte Moria, Dios prueba la fe de Abraham, pidiéndole que sacrifique Isaac. Esta vez, Dios quiere entrar en una relación mucho más profunda, con Abraham e Isaac. Esta pasa por el camino del sufrimiento. La obediencia de los dos patriarcas a la Palabra de Dios, termina nuevamente en una bendición para todas las naciones de la tierra (cf. Gen 22,1-18). La relación que Dios tiene con los Patriarcas, es continua y presente en cada momento de su historia personal. Isaac, escapando de una gran carestía, se encontraba en camino hacia Gerar. En ese momento Dios le dice: “No desciendas a Egipto. Habita en esta tierra” (Gen 26,2). Una vez más Isaac obedece y así las promesas de Dios, acogidas por medio de la fe, van llegando a su plenitud.
      Jacob, hijo menor de Isaac, luego de haber usurpado la primogenitura de su hermano, se convierte en heredero de las mismas promesas que Dios había hecho a sus padres. El Señor conduce los hilos de la historia del hombre, y en el Vado de Yabok, por medio de un Ángel, tendrá una lucha con Jacob, a quien después de este momento le cambiará el nombre. No se llamará más Jacob, de ahora en adelante se llamará Israel. Dios llama siempre por nombre, porque en el nombre se expresa el ser y la identidad de la persona. El nombre hace accesible a la persona y le permite de ser conocida (cf. CEC 203-204).
      Sin embargo, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, no es solamente un Dios personal. Es un Dios que se manifiesta en la Revelación, que él ha hecho de sí mismo en la historia personal de cada uno de ellos.
      La paternidad Divina se manifiesta de una manera muy profunda en la historia del Éxodo. Dios afirma que Israel es su primogénito. Es la historia de las relaciones personales entre Dios y su pueblo: historia de una alianza de amor de parte de Dios, tantas veces violada y lesionada por el mismo pueblo, pero continuamente restaurada por la indulgencia y la paciencia del Autor de la misma.
      Dios manifiesta el amor inmenso que tiene por su pueblo realizando signos y prodigios. El amor y la relación se manifiestan a través de signos visibles. Dios les ha  abierto el mar, ha sepultado todos sus enemigos, ha mostrado siempre inmensa paciencia, no obstante las debilidades, errores y pecados del pueblo.
      El desierto es un tiempo donde el Señor se deja conocer como un Dios justo, paciente y fiel. En el monte Sinaí, Dios realiza la alianza nupcial. La garantía y el sello de esta alianza es la entrega de la “Torá”. Esta alianza tiene carácter indeleble y eterno, de modo que no será posible en ningún caso, el divorcio. Inmediatamente después de la Alianza de amor en el Sinaí, el pueblo se prostituye delante a un becerro de oro. Este solo es un episodio de tantos, en los cuales el pueblo traiciona a Dios, y no obstante todo esto, Dios no solo no rompe su alianza de amor, sino que la renueva. El matrimonio se convierte en símbolo de la obra de salvación que Dios realiza con su pueblo.
      La condena del adulterio se dirige, ciertamente, a la comunidad de esposos, pero no se trata de algo privado, sino que representa algo fundamental para toda la comunidad humana, pues la relación hombre-mujer es la forma primordial de toda convivencia humana.
      El adulterio designa la infidelidad conyugal, es decir la ruptura de esta Alianza. Los profetas denuncian su gravedad; ven en el adulterio la imagen del pecado de idolatría. El adulterio es una injusticia. Lesiona el signo de la Alianza que es el vínculo matrimonial. Quebranta el derecho del otro cónyuge y atenta contra la institución del matrimonio, violando el contrato que le da origen. Sin embargo la Alianza del Sinaí supera al mismo tiempo el aspecto y el orden jurídico: La cólera de Dios no puede anular la fidelidad del pacto. Dicha fidelidad quiere obtener el retorno y la conversión de Israel. El amor de Dios persiste y subsiste, incluso en el momento del castigo, quedando abierta la posibilidad del perdón.
      Los profetas presentarán la fidelidad de Dios y la infidelidad del pueblo a la alianza conyugal. El adulterio es idolatría y la idolatría es adulterio. Este contradice el plan de Dios en lo más profundo de su significado.
      Los profetas van a presentar el matrimonio como signo e imagen de la alianza divina. El amor que une a Dios con su pueblo tiene una historia, y esta se manifiesta a través de una relación personal que Dios tiene con él.24 La Historia de salvación, pone de manifiesto como Dios ha querido iluminar la situación de su pueblo, a través de los profetas. La propia experiencia conyugal del profeta es una palabra de Dios para Israel. Los profetas, se han servido de gestos simbólicos para expresar la relación cercana que Dios tiene con los hombres.
      Dios pide a Oseas que tome como esposa a Gomer, una joven israelita iniciada en los cultos de fecundidad cananeos, es decir, una ‘prostituta sagrada’. Después de algún tiempo Gomer abandona a su marido, cayendo de nuevo en la prostitución, que ahora es calificada de adulterio. Gomer se ha entregado a otros amantes. Aquí aparece el drama del profeta: Oseas ha amado y ama todavía a una mujer que no ha respondido a este amor más que con la traición, y la sigue amando incluso por encima de la ley.
      Gracias a la figura del profeta Oseas, se puede ver como el amor hacia su mujer, incluso adúltera, va mucho más allá de la observancia de la ley. Obedeciendo a la palabra de Dios, Oseas hace volver junto a él a la esposa adúltera, que le ha abandonado y se ha ido con otro. Se ocupa de ella afectuosamente, le manifiesta su cariño y restablece la relación conyugal (cf. Os 1-3). A través de este hecho el profeta anuncia el misterio de la relación de amor nupcial entre Dios y su pueblo. El testimonio que Oseas ha dado con su vida no puede ser más explícito. Oseas ha amado y continua amando después del adulterio, olvida y perdona a una mujer que no ha respondido a su amor. Dios ha amado a su pueblo, le sigue amando después de sus infidelidades, olvida y perdona sus adulterios con los ídolos.
      El profeta Jeremías vive una situación completamente distinta a la de Oseas, aunque si el problema fundamental continúa siendo el mismo: el adulterio. Mientras que Oseas no necesita convencer a Israel de pecado, le basta denunciar las culpas y desenmascarar su inquietud, Jeremías se encuentra con gente que, después de haber cometido la iniquidad, no acepta su propia culpa. Por ello, no se limita en denunciar la existencia del pecado, sino que tiene que convencer al pueblo de la gravedad de sus acciones. En la promesa de reconstrucción de Israel de parte de Dios, se vislumbra la nueva y definitiva Alianza, que constituye la cumbre del mensaje de Jeremías: “Meteré mi ley en su pecho, la escribiré en su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo” (Jr 31,31).
      Ezequiel llevará a su culminación el símbolo del matrimonio introducido por Oseas y Jeremías (Ez 16). Insiste en todos los dones que Dios, su esposo, ha hecho a Israel, su esposa. Se trata de una unión indisoluble que no soporta la idea de infidelidad. Este sería un crimen imperdonable contra la Alianza de Dios. Pero ésta sigue siendo la tragedia, que entra en escena con un dramatismo conmovedor.
      Israel en sus fornicaciones olvidó por completo su procedencia e historia pasada. Es más, en lugar de recibir el precio por sus prostituciones, ofrece los regalos y joyas de su matrimonio para atraer a los amantes.
      El profeta pretende recordar los memoriales y las intervenciones de Dios. Es el intento de llamar al pueblo al arrepentimiento y el retorno al Señor, que permanece siempre fiel y no olvida su Alianza. Dios quiere hacer adulto a Israel. El adulto no se conforma con ser amado, sino que ama y responde con amor. Hasta el final de su libro, Ezequiel insiste en la gratuidad del amor de Dios, concedido a Israel no en virtud de su arrepentimiento, que vendrá después de la Alianza, sino por pura benevolencia.
      La historia de salvación, considerada como el desarrollo dinámico del amor entre Dios e Israel, debe suponer un cierto avance en la vida familiar y conyugal de los israelitas. El amor de Dios vence la infidelidad. En tanto el pueblo de Israel toma conciencia más profundamente de su miseria, mas aprende que cosa es la misericordia.25
      Oseas, Jeremías y Ezequiel han profetizado que la ruptura no era definitiva, por ello una de las características fundamentales de la misión de Isaías es anunciar el cumplimiento de esas predicciones.
      La confianza en Yahveh se funda en el poder creador de Dios capaz de renovar todo. Se pone al servicio de la salvación y quiere mantener la estabilidad de la unión conyugal establecida entre Yahveh e Israel, y la estabilidad del matrimonio como su signo e imagen (Is 62,4-5). El salvador es el creador y puede hacer todo nuevo.
      Si los profetas se han valido del matrimonio como símbolo e imagen del amor de Dios a su pueblo es porque el amor conyugal es capaz de descubrir ese misterio. El matrimonio es la realidad humana en la que el amor y la alianza reciben su sentido más pleno y manifiesto. El matrimonio que Dios realiza con Israel, expresa total gratuidad de parte de Dios, y pide como respuesta de Israel, la fidelidad a esta alianza.
      Los libros sapienciales han puesto de manifiesto el carácter terrible del adulterio, tanto del varón como de la mujer (cf. Pr 6, 27-32). El libro de los Proverbios, al mismo tiempo que exalta el amor a la esposa de la juventud como fuente de alegría, en otros muchos textos advierte sobre el engaño que se esconde en quien busca el placer sexual, yendo tras las ilusiones de una libertad sexual que conduce a la muerte.
      El Cantar de los cantares es primordialmente una historia que canta las relaciones entre Dios y su pueblo. Esta relación de amor se renueva cada día y es capaz de romper la rutina en la vida del hombre. El amor de Dios lo renueva todo. La comunión entre los esposos necesita renovarse cada día. Por ello el Cantar de los cantares acentúa que el amor es “más fuerte que la muerte” (Ct 8, 6).Es decir, más fuerte que la rutina, el cansancio, las debilidades. El amor es para siempre y no admite ni divorcio, ni separación de los cónyuges, porque es signo e imagen del amor de Dios. Él no se limita nunca a castigar por los pecados y los errores, sino que, manifiesta la posibilidad del perdón y la reconciliación.26
      El Concilio Vaticano II se ha servido de las imágenes que aparecen en el Cantar de los cantares para significar el misterio de amor y relación que Cristo tiene con su Iglesia. La comunidad, cuerpo de Cristo vive de la Palabra de Dios. El Señor enseñó a su pueblo en el desierto a vivir de la Palabra que salía de su boca, y no solo del pan material (cf. Dt 8, 3). Jesucristo es la Palabra del Padre, para que todo el que lo escuche y crea en El, tenga Vida eterna (cf. Jn 3, 15). La palabra es el don que Dios hace a su esposa. Por esta razón, el catecumenado en la Iglesia Primitiva preparaba a los que deseaban ser bautizados, por medio de la escucha de la Palabra de Dios. Se trataba de aprender un lenguaje, a través del cual Dios hablaba claramente a la vida de los catecúmenos. Este lenguaje, como se ve reflejado en el Cantar de los cantares no cesa de atraer la amada al Amado. El catecúmeno aprende a dialogar cada día con Dios, como dice el Tercer cantico del Siervo de Yahvé: “Mañana tras mañana, despiertas mi oído para hacer escuchar como un discípulo” (Is 50,4).
      El amado se relaciona con la amada a través de un diálogo, expresado a través de signos y palabras. El amor es delicado y bello, iluminado, fundado y profundizado por el único amor perfecto: “Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor” (1 Jn 4,8).
      La relación de amor entre los esposos que propone el Cantar de los Cantares, solo se puede comprender a la luz de la iniciación cristiana, por ello es necesaria una gradualidad, un camino a través del cual el hombre poco a poco recupere la relación de amor con Dios su creador y con Jesucristo su redentor:
Este Cantar comprende toda la Torá, toda la obra de la creación, el misterio de los Padres; comprende el exilio en Egipto y el cantico del mar; comprende la esencia del decálogo y la alianza del monte Sinaí y el peregrinar de Israel por el desierto, hasta la entrada en la tierra prometida y la construcción del templo; comprende la coronación del santo nombre celeste en el amor y la alegría; comprende la resurrección de los muertos, hasta el día que es el sábado del Señor.27
      San Gregorio de Nisa, asemeja al cristiano, con la esposa, que entra en la cámara nupcial, vestida con una túnica blanca. Esto significa que la esposa, gracias a una continua relación con el esposo, es purificada, adornada, embellecida, en una palabra, santificada.28 Es lo mismo que sucede con el cristiano. Gracias a la Palabra de Dios y los Sacramentos, la persona (cuerpo y alma) viene lavada, purificada y santificada. El ser relacional del hombre crece de día en día, y en la medida que es abrazado por el amor de Dios a través del perdón de los pecados, crece en una relación cada vez más profunda con él, que se hace visible en la relación con los demás.

2.2 FUNDAMENTO MAGISTERIO DE LA IGLESIA
      
El Catecismo de la Iglesia Católica en el 1231 dice:
Desde que el Bautismo de los niños vino a ser la forma habitual de celebración de este sacramento, ésta se ha convertido en un acto único que integra de manera muy abreviada las etapas previas a la iniciación cristiana. Por su naturaleza misma, el Bautismo de niños exige un catecumenado postbautismal. No se trata sólo de la necesidad de una instrucción posterior al Bautismo, sino del desarrollo necesario de la gracia bautismal en el crecimiento de la persona. Es el momento propio de la catequesis.29
      Realizando una lectura de las etapas del catecumenado en la Iglesia Primitiva, se podrían señalar algunos aspectos importantes que contribuyen a la recuperación de la dimensión relacional del hombre, por ejemplo: En la etapa del Anuncio del Kerigma Anuncio del Catequista y acogida por parte del auditor, introducción al catecúmeno en la historia de la salvación (en donde se contempla que Dios se relaciona con el pecador, visita y redime a su pueblo, y en Pentecostés, restaura lo que el pecado había destruido, haciendo nacer la comunidad). Otros aspectos importantes se pueden ver también, en la etapa del Catecumenado, a través de la catequesis integral. En la etapa de la purificación e iluminación, a través de las entregas del Símbolo de la Fe y el Padre nuestro (El catecúmeno poco a poco se relaciona con Dios, como Padre y reconoce la acción de Jesucristo y el Espíritu Santo en su historia). En la medida en que el catecúmeno entra en una relación profunda con Jesucristo, se da en él y en su familia un cambio moral (Sermón de la montaña).
      El Papa Benedicto XVI en la jornada mundial de la juventud en Colonia invitó a la Iglesia extendida por toda la tierra, a construir comunidades basadas en la fe.30 Juan Pablo II en la Exhortación Apostólica pos-sinodal Christifideles Laici exhortaba a los cristianos a volver a descubrir el rostro de la parroquia, la cual no es ni una estructura ni un territorio. Esta fundada en una realidad teológica, porque es una comunidad eucarística.31 La parroquia necesita renovarse, inspirada en el primer modelo apostólico que se encuentra en los Hechos de los Apóstoles y el testimonio de las comunidades de los primeros siglos. La evangelización de las primeras comunidades estaba fundada en el testimonio. El libro de los Hechos de los Apóstoles describe como los primeros discípulos de Cristo daban  testimonio de vida y la gente daba crédito a sus palabras (cf. Hch 2, 42).  La primera relación que tuvieron los primeros cristianos con los discípulos de Cristo, ha sido a través de la Predicación. Escuchaban la Palabra proclamada, la predicación de los Apóstoles y muchos de ellos acogían esta Palabra y su vida se transformaba (cf. Hch 2, 37)
      A través del catecumenado el hombre poco a poco pasa de una relación de esclavitud a causa del pecado y del demonio, a una relación nueva de filiación Divina. En esto consiste el Sermón de la montaña. El discípulo de Cristo que ha entrado en una relación íntima con El y través de Él con el Padre y el Espíritu Santo, puede comenzar a vivir de esta manera.
      En el diálogo de Jesús con Nicodemo encontramos una afirmación que nos puede servir de punto de partida: “¿Puede acaso entrar en el seno de su madre otra vez y nacer?” (Jn 3,4). Aquello que dice Jesús a Nicodemo, consiste en volver al seno de la Iglesia que es nuestra madre para que ésta engendre y haga crecer en nosotros la semilla del bautismo que recibimos cuando fuimos bautizados. El catecumenado es por ello, el tiempo de gestación, maduración y crecimiento en la fe.32
      Ser hijo de Dios, significa poder amar en una nueva dimensión. Pedir perdón con humildad de corazón, por las ofensas cometidas contra el otro, y perdonar al otro, sin guardar rencor en el corazón.
      Los cristianos, en virtud de la escucha de la Palabra de Dios y la celebración de los Sacramentos, poco a poco, con el paso de los años, van adquiriendo una nueva forma de relacionarse entre sí. Se trata de una relación fundada en la experiencia de un amor más fuerte que la muerte, es decir, más fuerte que los defectos y pecados de cada día.
      Sin embargo, no se debe olvidar que el enemigo más grande que tiene el hombre, es el demonio. Él es aquel que divide, engaña, y finalmente destruye. Por eso los cristianos necesitan de la ayuda de la Iglesia a través del catecumenado, sin el cual difícilmente podrán afrontar a tan fuerte adversario. San Cipriano, mártir del siglo III, en la carta a Fortunato, hace referencia a este combate espiritual que los cristianos tienen cada día contra el demonio:
Combatimos contra un adversario viejo, un antiguo enemigo. El diablo se opone al hombre desde hace casi seis mil años. Pero no es solo la edad lo que le ha enseñado todo tipo de tentaciones y las técnicas adecuadas para vencer. Si encuentra a un soldado de Cristo no preparado, no instruido, que no está en guardia, engaña al hombre sin experiencia. Mas el hombre fiel a los mandamientos del Señor, el que se liga valerosamente a Cristo, de pie frente al diablo, sale necesariamente victorioso, pues Cristo, en quien él ha puesto su confianza, es invencible.33
      ¿Cómo se puede ofrecer a esta generación pos-moderna, secularizada y atea una nueva forma de vivir, la posibilidad de salir del infierno de la soledad y entrar en la comunión con los otros? ¿Existe la posibilidad de retorno para el hombre alejado de la Iglesia, que sufre porque esta esclavo y en el fondo de su ser, está profundamente solo?
      Determinadas corrientes contrarias al cristianismo tienen por objetivo cancelar toda presencia divina en la vida del hombre, y todo vínculo con la religión cristiana. Poco a poco se ha pasado del teocentrismo al antropocentrismo, donde el único fundamento de la vida y del existir, es el hombre mismo. La sociedad pos moderna atea y pagana se ha olvidado de Dios e intenta cancelar todo recuerdo de Él.34 Por eso se ha quitado el crucifijo en muchos hospitales y escuelas de Europa.35 Una de las peores cosas que le pueden suceder a un cristiano es perder la memoria espiritual y la herencia que Dios en Cristo ha destinado para él.36
      El relativismo afirma que la opinión de lo verdadero y lo falso depende únicamente de cada uno. La verdad al final queda condicionada según la opinión de la mayoría. En este sentido, la Iglesia que no es democrática, sino que anuncia la verdad revelada por Jesucristo, viene inmediatamente rechazada y catalogada de retrograda. Sin embargo la Iglesia es consciente que su misión es atraer a todos los hombres a la comunión con Dios.37 La Iglesia no es una Institución fuera del tiempo, como algunos afirman. La misión a Ella confiada durará hasta que su Señor retorne:
La doctrina de la Iglesia es juzgada no pocas veces como signo de una intransigencia intolerable, sobre todo en las situaciones enormemente complejas y conflictivas de la vida moral del hombre y de la sociedad actual. Dicha intransigencia estaría en contraste con la condición maternal de la Iglesia. Ésta -se dice- no muestra comprensión y compasión. Pero, en realidad, la maternidad de la Iglesia no puede separarse jamás de su misión docente (educativa, pedagógica): Como maestra no se cansa de proclamar la norma moral (VS 95).
      Por ello el catecumenado es el tiempo de la relación, del conocimiento del misterio, el tiempo de la reconciliación, de la alegría por el amor encontrado que se perpetuara más allá de la muerte. El Esposo redime a la esposa. Jesucristo con su muerte y resurrección salva al hombre y restablece el diálogo de amor entre Dios y el hombre, que el demonio había interrumpido en el paraíso.
      No obstante que la humanidad ha traicionado tantas veces a Dios, a través del pecado, él no ha dejado de amarla y perdonarla.38 En la plenitud de los tiempos, la gracia sacramental tiene la misión de realizar gradualmente en el matrimonio cristiano la definitiva y eterna alianza, sellada por Cristo a través del Misterio Pascual.
 
       


      CONCLUSION
       
      La Iglesia que es icono de la Trinidad, está llamada a vivir en el amor y la unidad. Su estructura interior ha sido creada a imagen y semejanza de la Trinidad, en la relación y el amor de las personas, cada una según su carisma y vocación. En efecto, la Iglesia no se basa en una relación de superioridad, sino de complementariedad en la diversidad.  Por el Bautismo, los cristianos forman un solo cuerpo. Como dice San Pablo, un solo cuerpo conformado por muchos miembros (cf. 1 Cor 12, 12).
      La naturaleza de la Iglesia y por tanto de la parroquia, es misionera. Esta fundada en el amor Trinitario (cf. AG 2). Su misión es hacer participar a todos los hombres de la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
      La pequeña comunidad que se forma a través del catecumenado y del anuncio del Kerigma, ofrece al hombre de nuestra generación, la posibilidad de salir de la soledad y vivir la fe en un pequeño grupo de personas, a través del cual pueda recuperar nuevamente la relación con la Iglesia, de la cual quizá, se había alejado, hace algunos años.
      La experiencia de participar en la pequeña comunidad, permite que las personas puedan conocerse y amarse gradualmente en una dimensión completamente nueva, es decir, en el amor en la dimensión de la cruz, que proclama Jesucristo: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos; si os tenéis amor los unos a los otros” (Jn 13,35). La realidad dentro de la Iglesia y la parroquia, desde hace algunos años es la siguiente: el porcentaje de personas que acudía a la parroquia ha disminuido de modo considerable. De otra parte, del total de personas que todavía acuden a la Iglesia, un gran grupo, vive la fe de un modo anónimo.
      En el año 1969, Joseph Ratzinger, quien todavía era un joven sacerdote, escribió un artículo sobre la situación de la Iglesia en el futuro. Ratzinger señalaba que en el futuro la Iglesia construiría edificios que no podría habitar, a causa del abandono de sus fieles. La Iglesia pasaría de las grandes masas, a las pequeñas minorías. Una Iglesia pobre, con la misión de acoger a los pobres.39
      Lo que escribió Ratzinger en aquel artículo tantos años atrás, se ve realizado en nuestra sociedad y en los tiempos que vive la Iglesia de nuestro siglo. Debido a esto, las pequeñas comunidades que se están formando dentro de la Parroquia en muchos países, están siendo luz para tantos hombres y mujeres, jóvenes y ancianos, matrimonios y personas solteras, sobre todo para aquellos que se han alejado de la Iglesia desde hace muchos años:
Estamos, por así decirlo, en un tiempo en el que varones y mujeres heridos cada miembro de la familia necesitan que se les anuncie el kerigma conocer que Dios les ama y experimentar su misericordia. La familia, junto con la comunidad cristiana está llamada a ser el hogar donde se hace visible la gracia de la conversión, del cambio de vida, el perdón y la regeneración. La Palabra de Dios y los sacramentos desvelan el designio de Dios sobre la persona y ofrecen la arquitectura que hace el mundo habitable. La Iglesia es el hogar de la misericordia en el que el Padre dice a su hijo (cf. Lc 15): «vuelve, vuelve, ¡es hora de volver a casa!».40
      La Iglesia, a través del Catecumenado y la Iniciación Cristiana, ofrece una nueva respuesta pastoral que sirve para ayudar al hombre secularizado pos moderno, a través de la vida de fe en pequeñas comunidades. La relación entre los hermanos de la comunidad crece y madura en el amor, con el transcurso de los años. Dicha relación se funda en el Misterio Pascual expresión del Amor Trinitario. En estas pequeñas comunidades de fe, el matrimonio y la familia encuentran el fundamento sólido donde construir sus vidas. Adquieren una madurez de fe y reciben valores morales y cristianos. La Iglesia enseña el valor del hombre y la mujer, la belleza del matrimonio cristiano, el don de la apertura a la vida, la dignidad de la mujer, el valor de la paternidad y la maternidad. Este es un camino que Dios ofrece al hombre de nuestra generación, como respuesta a la crisis de relación, que le permite a su vez superar la soledad y entrar cada vez más profundamente en la vida en comunidad, imagen de la Santísima Trinidad.

            1 FRANCISCO ARGÜELLO, Anotaciones 1988 -2014, BAC, Madrid 22016, 162-163.
            2 Cf. LADARIA, El hombre en la creación, BAC, Madrid1 2012, 50.
            3 Cf. LADARIA, o.c., 51.
            4 CASTILLA DE CORTÁZAR, o.c., 164.
            5 JOHN FLYNN, L.C. Crisis de la familia: las estadísticas muestran su creciente fragilidad. [en línea], Forum Libertas (24 agosto 2007) [Consulta: 20 julio 2018]. Disponible en:http://www.forumlibertas.com/hemeroteca/crisis-de-la-familia-las-estadisticas-muestran-su-creciente-fragilidad//
            6 DEL PALACIO Y PÉREZ- MEDEL, o.c., 476.
            7 GREGORIO DE NISA, De beatitudinibus; 1269.
            8 JOSEPH RATZINGER, Liberar la libertad, BAC, Madrid1 2017, 2.
            9 RATZINGER, o.c., 121.
            10 RATZINGER, o.c., 91.
            11 Cf. JOSÉ LUIS DEL PALACIO Y PÉREZ - MEDEL, Los fieles cristianos en la nueva evangelización, Redemptoris Mater, Callao 2007, 382-383.
            12 DEL RIO ALBA, o.c., 17.
            13 DEL RIO ALBA, o.c., 12.
            14 DEL RIO ALBA, o.c., 12.
            15 Cf. SIGMUND FREUD, Cinque lezioni sulla psicoanalisi, Bollati Boringhieri, Roma1 1974, 69.
            16 RATZINGER, o.c., 132-133.
            17 RATZINGER, o.c., 86.
            18 JUAN PABLO II, Evangelium Vitae 19. En adelante, EV.
            19 Cf. DEL PALACIO Y PÉREZ - MEDEL, o.c., 581.
            20 JOSEPH RATZINGER, Europa, raíces, identidad y misión, Ciudad Nueva, Madrid1 2005, 22.
            21 DEL RIO ALBA, o.c., 18.
            22 El catecumenado en sentido profundo estaba ya prefigurado en la historia que Dios había realizado con su pueblo Israel, desde la salida del Éxodo hasta la conquista de la Tierra prometida.
      
            23 Cf. JOSÉ PONS Y EMILIANO JIMÉNEZ, Abraham el creyente, Ediciones Omega, Bilbao7 1990, 28.
            24 ROSSANO Y RAVASSI, o.c.,1158.
            25 RATZINGER, Jesús de Nazaret, o.c., 90.
            26 ROSSANO Y RAVASSI, o.c., 1165.
            27 JIMÉNEZ, Cantar de los cantares, o.c., 8.
            28 Cf. JIMÉNEZ, o.c.,10.
            29 CEC 1231
            30 Cf. BENEDICTO XVI, Homilía en la misa de clausura de la jornada mundial de la juventud, Colonia 2005.
            31 Cf. JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia 3.
            32 Cf. DEL PALACIO Y PÉREZ- MEDEL, o.c., 474.
                   33 SAN CIPRIANO, Ad Fortunatum, carta 6, 10, 76. En: CIPRIANO DE CARTAGO, Obras completa I, Ed. Juan Antonio Gil Tamayo, BAC: Madrid 2016.
            34 Cf. JUAN PABLO II, Eclessia in Europa 108.
            35 Cf. DEL PALACIO Y PÉREZ- MEDEL, o.c., 582.
            36 Cf. DEL PALACIO Y PÉREZ- MEDEL, o.c., 576.
            37 Cf. BENEDICTO XVI, Discurso a los sacerdotes de la diócesis del Albano, L’Osservatore Romano 36 (2006) 5-8.
            38 Cf. SEMEN, o.c., 134.
            39 Cf. RATZINGER, Fe y futuro, o.c, 87.
            40 FRANCISCO, Meditación diaria, 28-III-2014.
  
Next
Entrada más reciente
Previous
This is the last post.

0 comments:

Publicar un comentario

Acerca de mí

Mi foto
Armando Medina Vargas, presbítero nacido en Lima el 28 de junio de 1983, fue ordenado por Mons. José Luis del Palacio y Pérez-Medel, obispo del Callao. Fue secretario del obispo del Callao de 2012 a 2015. Desde 2015, está en misión en Tierra Santa, sirviendo a la Domus Galilaeae y al Patriarcado latino de Jerusalén. Es vicedirector y profesor de Teología moral y Bioética en el Studium Theologicum Galilaeae. Tiene una licenciatura en Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana (Roma) y una licenciatura en Sagrada Teología de la Facultad de Teología Redemptoris Mater (Callao-Perú). También posee un máster en Bioética y Biojurídica de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo y está realizando un curso de perfeccionamiento en Bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Obtuvo su licenciatura y doctorado en Sagrada Teología (Moral) en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, con calificación Magna Cum laude. Actualmente, es doctorando en Ciencias sociales (Antropología teológica) en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).