EL AMOR TRINITARIO, FUENTE Y CULMEN DEL AMOR HUMANO
Armando Medina Vargas

LECTURA DE LA TEOLOGIA DEL CUERPO DE S. JUAN PABLO II, A LA LUZ DE LA CLAVE INTERPRETATIVA RELACIÓN DE DON RECÍPROCO


Introducción


     El presente libro se titula: «El amor Trinitario, fuente y culmen del amor humano» (Lectura de la Teología del cuerpo de S. Juan Pablo II a la luz de la clave interpretativa Relación de don reciproco).
     
     Los resultados de nuestra Tesis, que publicamos a un modo de libro, son fruto de varios años de lectura, estudio y meditación, que iniciaron con el ciclo de licencia en Sagrada Teología, con la Tesina titulada: «El hombre, ser relacional, en el matrimonio y la familia cristiana, imagen de Dios uno y trino», y que posteriormente se han visto enriquecidos con la lectura y el análisis de la Teología del Cuerpo de S. Juan Pablo II. Hemos realizado esta investigación teniendo en consideración cinco criterios que a continuación desarrollaremos: El estado de la investigación (Status questionis), el objeto de estudio, la metodología, la estructura y la contribución de la Tesis.
     
1. El estado de la investigación (Status Questionis)

     Es importante señalar que, no obstante, la cantidad de investigaciones que se han realizado hasta hoy sobre la Teología del Cuerpo, estas son una fuente que permite siempre ulteriores investigaciones. Esta afirmación se puede sustentar siguiendo las palabras del Cardenal A. Scola: «Si los teólogos explorasen a fondo el fértil personalismo implícito en la Teología del cuerpo de Juan Pablo II, prácticamente todas las tesis de la teología (Dios, Cristo, la Trinidad, la gracia, la Iglesia, los sacramentos) podrían verse bajo una nueva luz»1.
     
     A pesar de la riqueza y agudeza del pensamiento de K. Wojtyla, con una fuerte centralidad en la persona humana, que profundizó durante sus estudios filosóficos y teológicos y que expuso durante tantos años como profesor, el tiempo no le permitió desarrollar el proyecto de la Teología del Cuerpo que tenía en mente, precisamente a causa de su elección como Papa2. Sin embargo, al iniciar su Pontificado, consideró que ese tesoro sobre la verdad del hombre, al cual otorgó el nombre de Teología del Cuerpo, no podía quedar sin difundirse, por lo cual eligió las Audiencias de los miércoles, como medio para su difusión universal3. Se trata de una Teología del Cuerpo por descubrir, profundizar y desarrollar todavía en nuestros días4. A través de ella, S. Juan Pablo II proyecta sobre la persona humana, sobre la sexualidad y sobre el matrimonio, una luz radicalmente nueva en la historia de la Iglesia. G. Weigel, el biógrafo americano del Papa comenta al respecto: «Hay pocos teólogos contemporáneos que hayan aceptado el desafío implícito en la dramática propuesta de Juan Pablo II»5.  Precisamente a la luz de las palabras de G. Weigel, encuentra su justificación esta investigación, en la que asumimos ese desafío, e intentamos presentar a los lectores de la Teología del Cuerpo, una novedad en su lectura, analizando las catequesis con la clave interpretativa relación de don recíproco.

     En lo concerniente a los estudios previos a nuestra investigación, es conveniente señalar que, si, de una parte, es totalmente correcto afirmar que sobre la Teología del Cuerpo se ha escrito mucho, de otra parte, también es verdad que la lectura de las catequesis, a partir de la clave interpretativa relación de don recíproco, es un tema todavía poco investigado.
     
     Entre los más grandes expertos que han escrito sobre S. Juan Pablo II y la Teología del Cuerpo, es importante citar a: C. Caffarra, A. Scola, R. Buttiglione, L. Melina, J. J. Pérez- Soba, J. L. Lorda, G. Weigel, Y. Semen, etc. También conviene señalar otros estudiosos, los cuales han investigado diligentemente la antropología de K. Wojtyla, desde la perspectiva de la relación y el don recíproco. Entre ellos quisiéramos mencionar de modo especial a la Dra. B. Castilla de Cortázar y el Dr. J. Lasterra Marco. Gracias a sus libros, artículos, conferencias, etc., hemos encontrado claves fundamentales que nos han ayudado, a excavar en la antropología de S. Juan Pablo II, y a conocer el pensamiento de tantos otros autores, que continúan investigando, la Teología del Cuerpo. No podemos dejar de mencionar al director de la presente investigación, el P. Pedro Barrajón, l.c, el cual es un especialista en la materia. Sus orientaciones, reflexiones y aportes nos han conducido gradualmente al descubrimiento del objeto de la investigación.
     
     Antes de concluir este apartado, creemos oportuno señalar algunas líneas fundamentales propuestas en otros escritos y documentos de K. Wojtyla – S. Juan Pablo II, que aparecen como telón de fondo en el análisis que hemos realizado:

     a) En su obra titulada Meditación sobre el don, S. Juan Pablo II afirma: «La conciencia del don y de la donación se halla claramente inscrita en la imagen bíblica de la creación»6.

     b) Conviene resaltar la célebre frase de la Constitución Pastoral Gaudium et Spes, que el Papa cita continuamente en la Teología del Cuerpo: «El hombre es el único ser en el universo al que Dios ha querido por sí mismo y no encuentra su plenitud más que en el don sincero de si a los demás»7.

     c) En la carta apostólica Mulieris dignitatem el Papa indica que, «El carácter personal del ser humano, gracias al cual el hombre y la mujer son imagen y semejanza de Dios, comporta también existir “para” el otro. Desde su origen, el varón y la mujer están llamados a existir recíprocamente, como don el uno para el otro, cada uno según su propia peculiaridad»8.

      Por último, es importante señalar un documento basilar anterior al magisterio de S. Juan Pablo II, al que el Papa dedicó el sexto ciclo de sus catequesis sobre la Teología del cuerpo: La encíclica Humanae Vitae del Papa Pablo VI. En el parágrafo número 8 de dicha carta encíclica Pablo VI señala:
      
La verdadera naturaleza y nobleza del amor conyugal se revelan cuando éste es considerado en su fuente suprema, Dios, que es Amor "el Padre de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra". El matrimonio no es, por tanto, efecto de la casualidad o producto de la evolución de fuerzas naturales inconscientes; es una sabia institución del Creador para realizar en la humanidad su designio de amor. Los esposos, mediante su recíproca donación personal, propia y exclusiva de ellos, tienden a la comunión de sus seres en orden a un mutuo perfeccionamiento personal, para colaborar con Dios en la generación y en la educación de nuevas vidas. En los bautizados el matrimonio reviste, además, la dignidad de signo sacramental de la gracia, en cuanto representa la unión de Cristo y de la Iglesia9.

     Como se puede apreciar en el texto Pontificio, Pablo VI cita el término recíproca donación personal, como dimensión esencial del matrimonio. Sin duda alguna, S. Juan Pablo II ha tenido en cuenta este texto como una de las claves fundamentales de la Teología del cuerpo, y lo ha desarrollado en su análisis sobre la persona humana.
     
2. El objeto de estudio

     Por medio de la presente investigación, queremos ofrecer un nuevo aporte científico a la antropología Teológica a través del análisis y la lectura de las catequesis de la Teología del Cuerpo, proponiendo a los lectores un nuevo enfoque que consideramos un punto neurálgico en la comprensión de la obra de K. Wojtyla: La relación de don recíproco.
     
     Siguiendo las catequesis de la Teología del Cuerpo, hemos evidenciado a través de un análisis que después hemos convertido en una argumentación clara y precisa, que la persona solamente alcanza la plenitud de su ser a través de la relación de don recíproco. En virtud de esto, hemos querido demostrar que S. Juan Pablo II ha elaborado las catequesis de la Teología del Cuerpo considerando la categoría ontológica relación de don recíproco, como uno de sus ejes centrales.
     
     Para una mejor delimitación de nuestra investigación, hemos juzgado conveniente analizar solamente los ciclos de catequesis correspondientes a la antropología adecuada, dejando, las catequesis del matrimonio y el celibato por el reino de los cielos, para posteriores investigaciones.

3. La metodología

     En primer lugar, hemos identificado el método o mejor, con palabras de G. Weigel, el estilo de análisis que usa K. Wojtyla, por lo cual hemos considerado necesario conocer en profundidad al autor y la metodología que este usa. G. Weigel en su libro titulado Biografía de Juan Pablo II -Testigo de Esperanza, afirma que el Papa sigue un estilo muy propio, «estilo circular, similar a una escalera de caracol por la que se desciende, pero no dando vueltas interminables como en un círculo cerrado»10. Además, añade «que se echan en falta textos capaces de traducir su pensamiento a unas categorías y a un vocabulario más accesibles»11. Por esta razón nosotros, siguiendo la propuesta de G. Weigel, hemos analizado las catequesis de la Teología del Cuerpo, transformando el estilo circular de K. Wojtyla en un discurso lineal. En virtud de ello, hemos examinado cada categoría ontológica, construyendo un mapa conceptual de cada una, elaborando a continuación un relato progresivo, preciso y referenciado, teniendo como hilo conductor la categoría ontológica relación de don recíproco.
     
4. Estructura de la Tesis

La Tesis está dividida en cuatro capítulos:

Primer capítulo
     
     Hemos presentado los aspectos fundamentales del concepto relación (persona- Communio personarum) en el pensamiento filosófico y teológico. Una vez señalados los antecedentes del término relación en el pensamiento filosófico- teológico, hemos justificado su uso en la Teología del Cuerpo.
     
Segundo capítulo

     Hemos realizado un análisis de los conceptos fundamentales (categorías ontológicas) inscritos en el primer ciclo de catequesis, que el Papa denomina el principio. El análisis lo hemos entretejido cuidadosamente, usando la categoría ontológica relación de don recíproco, como clave interpretativa de todas y cada una de las categorías ontológicas. El hombre creado por Dios en el principio, como varón y mujer, lleva inscrito en su ser la dimensión del don, y se realiza plenamente viviendo en y para el otro12.
     
Tercer capítulo
     
     Hemos analizado las catequesis que conforman el ciclo titulado la Redención del corazón. A causa de la concupiscencia, que toma posesión del corazón, como consecuencia del pecado original, «la relación de recíproco don se ha transformado en una relación de apropiación»13. Ahora bien, para restituir la relación de don recíproco en el ser del hombre, Dios Padre ha enviado a su Único Hijo. Gracias al Misterio Pascual y al envío del Espíritu Santo, como dice S. Juan Pablo II, «el cristiano recibe nuevamente su propio ser como don de Dios»14.

Cuarto capítulo
     
     Hemos analizado el último ciclo de la antropología adecuada, titulado la resurrección de la carne, ciclo que constituye el corolario de nuestra investigación. Dice J. J. Pérez- Soba que «el fin de las cosas manifiesta su verdad definitiva»15.
     
     En el análisis que realiza S. Juan Pablo II identificamos dos elementos que, según nuestra investigación, expresan la nueva existencia de la persona (el hombre celeste), en la cual la relación de don recíproco alcanzará la plenitud de su perfección:
     
     En primer lugar, como dice S. Juan Pablo II, la visión de Dios cara a cara por parte del hombre producirá un amor de tal profundidad y fuerza que absorberá completamente su entera subjetividad psicosomática, y el hombre responderá al recíproco don de sí mismo a Dios, con la virginidad, entrando a la plena participación en la Vida Trinitaria de Dios.
     
     En segundo lugar, la relación del don recíproco entre las personas encarnadas se realizará plena y definitivamente en el otro mundo en la resurrección final, en la que tendrá lugar la comunión plena y perfecta de todos los santos.

5. Contribución de la Tesis

     Esperamos que nuestra investigación contribuya a un descubrimiento cada vez más profundo del legado que S. Juan Pablo II ha dejado a la Iglesia y a toda la humanidad a través de su Teología del Cuerpo. Para ello, ofrecemos a sus lectores una nueva clave interpretativa: La relación de don recíproco. Al final de la tesis en las conclusiones se desglosa más ampliamente la contribución específica de esta investigación para la ciencia teológica, en concreto la interpretación de las Catequesis sobre el amor humano de S. Juan Pablo II.
     
     Quisiera terminar, agradeciendo infinitamente a S. Juan Pablo II el regalo inmerecido de poder estudiar, profundizar y meditar la Teología del Cuerpo. Sin duda alguna, esta investigación ha dejado una huella profunda en mi vida cristiana y en la misión que nuestro Señor Jesús y la Iglesia me han confiado como presbítero misionero en la Tierra santa al servicio de la formación y la educación de los seminaristas que se preparan para las sagradas órdenes.
     
     
     
     
    
Conclusiones


     Al concluir la presente investigación resumimos los resultados del análisis de la antropología adecuada expuesta en la Teología del Cuerpo de S. Juan Pablo II, a partir de la clave interpretativa relación de don recíproco. Es importante indicar que nuestro estudio nos ha conducido a identificarnos plenamente con la antropología de K. Wojtyla. Por tal razón, afirmamos lo siguiente:
     
1. El hombre, varón y mujer, imagen de Dios: Primera clave hermenéutica de la Teología del Cuerpo.

     Es imprescindible considerar la cita del Génesis «Creó Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, y los creó varón y mujer» (1, 27). A través de esta cita S. Juan Pablo II nos ofrece una primera clave hermenéutica de la Teología del Cuerpo: El hombre es creado varón y mujer a imagen de Dios. Por tal razón el Papa afirma: «El Creador parece detenerse antes de llamarlo a la existencia, como si volviese a entrar en sí mismo para tomar una decisión: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y a nuestra semejanza" (Gén 1, 26)» 16. De esta manera, «el relato de la creación del hombre, en el capítulo primero, afirma desde el inicio y directamente que el hombre ha sido creado a imagen de Dios en cuanto varón y mujer»17 para la relación del don recíproco. Esta primera clave hermenéutica, constituye la base teológica sobre la cual hemos construido nuestro análisis, y se apoya en dos argumentos que exponemos a continuación:
     
1.1 El varón y la mujer, imagen de la comunión divina de Personas.

     En un acto de amor expansivo, Dios decidió crear al hombre, para que participara plenamente de su Vida Trinitaria18. Ahora bien, S. Juan Pablo II afirma que «la función de la imagen es la de reflejar a quien es el modelo, reproducir el prototipo propio»19. Según el pensamiento del Papa, el varón y la mujer son la imagen en la tierra de la Communio personarum, del Dios, uno y trino20. Por tal razón afirma: «El relato del capítulo segundo, […] revela, según su modo propio, que la completa y definitiva creación del "hombre" […] se expresa en dar vida a esa "Communio personarum" que el varón y la mujer forman»21.
     
1.2 El varón y la mujer participan de la vida trinitaria, como personas.

     Desde el principio, el hombre fue creado como persona, capaz de recibir y responder al amor donativo de Dios y de alcanzar su plenitud en la comunión personal cara a cara con Dios, a través de la cual experimentaba la perfecta relación del amor de donación con su Creador, participando en la vida trinitaria de las Tres Personas divinas. El diseño primordial de Dios inscrito en el principio consistió en que el hombre pudiera conocer a través de la experiencia, la verdad de la esencia de su ser, imagen de Dios, constituido persona, cuya plenitud es la relación del don recíproco. De este modo, el hombre, habiendo conocido a través de la experiencia el don que Dios le había hecho, lo pudo acoger, participando de esta manera en la vida divina de la comunión de personas. Ese fue el misterio de la creación del hombre del principio a imagen y semejanza de Dios.
     
2. La «relación de don recíproco», fundamento de la antropología adecuada.
     
     Siguiendo el análisis de S. Juan Pablo II en la Teología del Cuerpo, hemos realizado un examen de las categorías ontológicas de la antropología adecuada, usando la clave interpretativa relación de don recíproco. Dichas categorías se encuentran presentes en el hombre del principio, el hombre histórico y el hombre celeste. En este sentido, pensamos que los dos polos, es decir, el hombre del principio y el hombre celeste, son los que mejor nos ayudan a definir estas categorías antropológicas en su radicalidad ontológica. La categoría ontológica que expresa en sí todas las otras categorías es la persona, y la relación de don recíproco es la clave interpretativa que nos permite conocer su verdadero significado.
     
2.1 La «relación del don recíproco», clave interpretativa de la categoría persona.

     En esta investigación defendemos que la relación de don recíproco es fruto de una larga y laboriosa formulación Teológica sobre la Trinidad.
     
     Cuando S. Juan Pablo II hace referencia a la categoría “relación” en sus catequesis del principio, directa o indirectamente se está refiriendo a la relación entre personas: relación de las Personas de la Trinidad22, relación del hombre con Dios23 y, la relación del varón con la mujer: la relación varón-mujer24; «la relación varón-mujer, feminidad- masculinidad»25; «relación que se establece entre ellos»26. Por tanto, afirmamos que la relación es una categoría ontológica, radical, nuclear de la ontología propia de la persona.
     
     La ontología cristiana27 considera que la esencia radical, constitutiva de la persona es la relación del don recíproco. Es decir que el hombre se realiza como persona solamente si se dona a otra persona, si se ofrece a otra persona como un don. El Concilio Vaticano II en la célebre frase de la Gaudium et Spes, que S. Juan Pablo II cita reiteradamente en sus catequesis, afirma: «El hombre es el único ser en el universo al que Dios ha querido por sí mismo y no encuentra su plenitud más que en el don sincero de sí a los demás»28. Y también: «Ese misterioso don hecho a lo más íntimo del hombre al "corazón" humano que permite a ambos, varón y mujer, existir desde el "principio" en la recíproca relación del don desinteresado de sí»29.  En esa entrega de amor a otra persona, el donante desea conseguir que la otra persona se realice también como persona, aceptando el don que se le ofrece y respondiendo también ella con el amor de donación. Por tanto, se podría concluir que la donación no pretende únicamente la propia realización, sino el bien de la otra persona, la cual se realiza plenamente respondiendo al don recibido, a través de la entrega de sí.
     
     Afirmamos también que todo hombre, desde el inicio de su concepción es persona. Es persona porque Dios, desde el principio de su existencia, la ha querido por sí misma. Es el amor de Dios el que la constituye ontológicamente como persona30, y ella haciendo uso de su libertad, puede aceptar ese don y responder, donándose. Solamente la aceptación del don y su respuesta a través del don, permiten a la persona alcanzar la plenitud de su ser. Sin embargo, esto no altera en ningún modo, la dignidad de persona que Dios le ha conferido, amándola por sí misma. Por tanto y como consecuencia, la única y adecuada relación que se debe establecer con ella es el amor de donación.

     S. Juan Pablo II ha expresado el significado de la categoría relación de don recíproco en las catequesis de la Teología del Cuerpo, a través de los siguientes términos: la «adecuada relación “a la” persona»31; «relación recíproca de las personas»32; relación con el segundo yo33. Y esta relación que analiza el Papa en sus catequesis del principio entre «el varón y la mujer» la califica con varios adjetivos: «relaciones mutuas»34; «mutua relación de que habla el Gn 2, 23-25»35; «la relación recíproca»36; «la relación conyugal del varón y la mujer»37.
     
     Al mismo tiempo es importante señalar que el término don aparece en las catequesis del principio 141 veces. De este modo el Papa testifica la importancia que tiene para él; relacionándolo muchas veces implícitamente, con los términos relación y persona.
     
     Ahora bien, con el fin que se pueda realizar la relación de don recíproco, son fundamentales en la persona: la racionalidad y la libre voluntad. Una racionalidad capaz de conocer la verdad de su ser persona, ser para la relación del don recíproco, acompañado de una voluntad libre. En el principio, el hombre poseía la capacidad de auto posesión y autodominio.

2.2 Origen Trinitario de las categorías «persona» y «relación de don recíproco».

     El término persona ya se utilizaba en Grecia y en Roma, pero no tenía el significado de relación de don recíproco.  En Grecia se empleó el término persona como ????????. Su significado estaba circunscrito al teatro, tan característico de la cultura griega clásica, como personaje que representaba la máscara que el actor portaba en cada escena de la obra teatral. En Roma, cuna del derecho, persona tenía un significado jurídico: ser humano sujeto de derechos y deberes.

     La categoría relación en el pensamiento griego es accidental. Lo uno, lo inmutable son realidades esenciales del ser, la pluralidad, la relación entre los seres son categorías accidentales. Por eso lo divino es lo uno y lo inmutable. La filosofía platónica y la filosofía aristotélica se fundaron en la categoría substancia, una e inmutable, considerando la categoría relación como un accidente secundario en la ontología y la antropología.
     
     En el pensamiento platónico, el cuerpo y la sexualidad fueron relegadas. Según Platón, el cuerpo no es constitutivo del ser del hombre: «somos almas y tenemos un cuerpo»38, y como el sexo es propio del cuerpo, no del alma, porque «el alma está sencillamente encadenada y apresada dentro del cuerpo»39, no existen ni se pueden establecer diferencias entre el varón y la mujer, dado que el sexo no es parte esencial de ellos. Por lo que, Platón considera que no se puede afirmar que el hombre sea esencialmente varón y mujer.
     
     En el pensamiento Aristotélico, es evidente que al constatarse la ausencia del concepto persona, la categoría relación, como esencia de esta, sería igualmente desconocida como categoría ontológica. La relación es la cuarta categoría, categoría accidental de la entidad, “ousia” o “substancia”. Las categorías son accidentes, dicen del ser lo que es ser, pero sin formar parte de su entidad y su esencia.

     Fueron los filósofos y teólogos cristianos quienes, en su trabajo de profundizar en la esencia del Dios cristiano, uno y trino, describieron la esencia de la persona: ser en relación. Inicialmente, esta categoría ontológica solo fue utilizada para las Tres Personas de la Trinidad. La categoría relación se fue construyendo, hasta llegar a ser considerada ontológica, gracias a la filosofía cristiana.
     
     Los Santos Padres, desde la antigüedad, ya resaltaban la relación como la esencia de las personas divinas y evidenciaban que esa relación era la del amor de donación recíproco.
     
     Ha sido mérito de los Padres Capadocios, afirmar que la esencia de las Tres Personas de la Trinidad es relacional: la relación del Padre es la paternidad; la del Hijo, la filiación; la del Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, el soplo, espiración del Padre y soplo, inspiración del Hijo.
     
     En la Edad Media, la escuela de San Víctor, Ricardo y Hugo de San Víctor, explicaron la Santísima Trinidad, recurriendo a la relación en el amor existente entre las tres Personas que la conforman: el Padre es el Amante, el Hijo es el Amado, y el Espíritu Santo el Amor en Persona que les une. Cada una de las Personas Divinas, unidas en el amor inefable, son ese amor pleno y perfecto. De esta manera, queda reforzada la comprensión de que la relación entre personas es relación de amor.
     
     San Buenaventura pensaba que la relación es un constitutivo esencial no solo en Dios, sino también, por analogía, de la persona humana. La persona se podría definir usando la categoría relación, pero si esto fuera así, persona y relación serian definiciones idénticas40. Y Duns Scoto afirmaba que la relación es constitutiva de la persona humana. La analogía de persona y de relación en el seno de la Trinidad se aplica a la antropología.

     Posteriormente, en el Siglo XX, X. Zubiri señaló la confluencia ontológica entre Persona y relación.  X. Zubiri definió a la persona a partir de los verbos existir con, definiendo la esencia de la persona a partir de la relación y apertura hacia el otro. De esta manera relación y apertura no serían consideradas, para X. Zubiri, como accidentes, sino como categorías ontológicas esenciales del ser persona. Y L. Polo llega a definir persona como ser para el otro, señalando con firmeza que lo constitutivo de la persona es ser don, para las otras personas.
     
      En el pensamiento de G. Greshake y J.  Ratzinger se consolida la categoría de relación de amor y donación recíproca. De esta manera ellos enfatizan el carácter fundamental de la Communio personarum, en cuanto constitutiva de la persona, divina y humana.
     
     G. Greshake afirma que el único Dios es una unidad de relación de amor donativo41, no una sustancia suprema. Dios uno y trino es relación y «el Ser supremo divino es comunidad de tres personas»42. Dios uno y trino es «Communio»43. «Dios es una unidad originaria de relación amorosa, y el hombre como persona fue creado primigeniamente ser con los demás y ser para los demás»44. Y añade la afirmación: «Sólo la relación con el otro me permite acceder a la propia y plena condición personal»45.
     
     J. Ratzinger en su libro Introducción al cristianismo sostiene que la fe cristiana profesa que Dios es persona. La afirmación de Ratzinger incluye necesariamente que Dios es relación, porque no existe la persona en absoluta singularidad, dado que la relación es constitutiva de la persona46. Ratzinger afirma también que la relación tiene que ver con la pluralidad, al menos dos en mutua relación47, y, por tanto, que la Trinidad no habría que buscarla en el plano de la sustancia sino en el plan de la relación48. Porque la relación entre las Tres Personas es el amor de donación, y persona es su peculiar acto del don. No se trata del que da, sino del acto de dar. Llegando a afirmar: «El omnímodo dominio del pensar substancia queda destruido; la relación se concibe como una forma primigenia de lo real, del mismo rango que la substancia»49.



3. El gran aporte de S. Juan Pablo II.
     
     S. Juan Pablo II asume el legado teológico precedente, y lo expone en la Teología del Cuerpo, utilizando las siguientes palabras:
     
La función de la imagen es la de reflejar a quien es el modelo, reproducir el prototipo propio. El hombre se convierte en imagen de Dios no tanto en el momento de la soledad, cuanto en el momento de la comunión. Efectivamente, él es "desde el principio" no sólo imagen en la que se refleja la soledad de una Persona que rige al mundo, sino también y esencialmente, imagen de una inescrutable comunión divina de Personas50.

     El Papa señala que la relación aparece en el misterio mismo de la creación, de forma que, debería considerarse como constitutiva de la persona:
     
El concepto «donar» no puede referirse a una nada. Ese concepto indica al que da y al que recibe el don, y también la relación que se establece entre ellos. Ahora, esta relación surge del relato de la creación en el momento mismo de la creación del hombre51.

     K. Wojtyla se une a la tradición de la teología iniciada por los Padres Capadocios, y a sus contemporáneos G. Greshake y J. Ratzinger, resaltando en Dios uno y trino la Persona-don, la Persona-amor y la relación personal del amor de donación:
     
Dios, en su vida íntima, «es amor», amor esencial, común a las tres Personas divinas. El Espíritu Santo es amor personal como Espíritu del Padre y del Hijo. Por esto «sondea hasta las profundidades de Dios», como Amor-don increado. Puede decirse que en el Espíritu Santo la vida íntima de Dios uno y trino se hace enteramente don, intercambio del amor recíproco entre las Personas divinas, y que por el Espíritu Santo Dios «existe» como don. El Espíritu Santo es pues la expresión personal de esta donación, de este ser-amor. Es Persona-amor. Es Persona-don. Tenemos aquí una riqueza insondable de la realidad y una profundización inefable del concepto de persona en Dios, que solamente conocemos por la Revelación52.

     El Papa introduce también la categoría Communio personarum: «“Communio” […] se deriva, en cierto sentido, del hecho mismo de existir como persona “junto a” una persona»53. «Al mismo tiempo “comunican” según esa comunión de las personas, en la que, a través de la feminidad y masculinidad, se convierten en don recíproco el uno para el otro»54. En la que la «comunión de las personas, significa existir en una relación de don recíproco»55.

     Concluimos este apartado recordando que la antropología cristiana, se fundamenta en una larga y laboriosa formulación de la Teología de la Trinidad, gracias a la cual se han definido las categorías ontológicas de Dios: «persona» en «relación de amor y donación recíproca», un acontecimiento de «Communio personarum» cuyo fin es la perfecta «unidad».
     
     Asumiendo dichas categorías y, gracias a una profunda investigación de los primeros capítulos del Génesis, S. Juan Pablo II ha logrado a través de la Teología del Cuerpo, construir el perfil del hombre creado por Dios según su imagen y semejanza, varón y mujer, cuyo desarrollo se encuentra perfectamente evidenciado en las tres etapas de la historia del hombre: el hombre del principio, el hombre histórico, y el hombre celeste en el cual el diseño de Dios llega a la plenitud de su realización.
     
a) El hombre del principio

     En los primeros capítulos del Génesis se desvela la antropología cristiana, cuyo núcleo fundamental es la naturaleza primigenia de la persona, creada a imagen y semejanza de Dios uno y trino, Tres Personas en mutua comunión de amor de donación.
     
     Dios ha creado a la persona como varón y mujer, ontológicamente diferentes y complementarios, con un cuerpo sexuado con significado esponsal, para la relación del don recíproco, para el don desinteresado de sí al otro, el segundo yo (uni-dualidad-relacional-complementaria). De esta forma el varón y la mujer, convirtiéndose en una sola carne, reflejan la imagen de la Communio personarum.
     
b) El hombre histórico
     
     A causa del pecado, la estructura ontológica del hombre de la inocencia originaria sufrió una transformación y quedó dominada por la concupiscencia y por la relación de posesión56: «concupiscencia de la carne, concupiscencia de los ojos y orgullo de la vida» (1ª epístola de Jn 2, 16-17). Por tanto, como afirma S. Juan Pablo II «el "mundo" del libro del Génesis se ha convertido en el mundo de las palabras de Juan (1Jn 2,15-16): lugar y fuente de concupiscencia»57. Todo esto a causa de la ruptura de la primera alianza de Dios58.
     
     Como consecuencia de la concupiscencia el cuerpo deja de ser mediador para la relación del don recíproco, convirtiéndose en objeto para la relación de apropiación entre el varón y la mujer59. A través de su análisis S. Juan Pablo II ilumina la verdadera dimensión de la concupiscencia, plasmada en la perversión de la mirada al cuerpo: La «Concupiscencia de la mirada»60, la concupiscencia de la carne, que lleva a «la constricción del cuerpo»61 y tiende a reducir «la perenne y recíproca atracción […] empujándola hacia dimensiones utilitarias, en cuyo ámbito el ser humano "se sirve" del otro ser humano, "usándolo" solamente para satisfacer las propias "necesidades"»62, alejando «la dimensión intencional de la recíproca existencia del hombre y de la mujer de las perspectivas personales y de comunión»63 en el matrimonio.
     
     Por medio de su resurrección, Cristo abre al hombre la posibilidad de la Vida eterna: «Para que quien cree en Él no muera, sino que tenga la vida eterna» (Jn 3, 16), en la que el hombre vivirá la verdadera y plena relación del don recíproco con Dios y con todos los santos resucitados. Gracias al Misterio Pascual, el hombre recibe el espíritu de Cristo «el cual, siendo Dios, no retuvo ávidamente su dignidad, sino que obedeció hasta la muerte y una muerte de cruz» (Flp 2,1-11) y «se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma» (Ef 5, 1-2).
     
     Por medio del Bautismo, y gracias a la acción del Espíritu Santo, el hombre se transforma gradualmente en icono de Cristo en el mundo. Recibe la filiación divina, a través de la cual puede llamar a Dios: ¡Abbá, Padre!" (Rom 8, 15). De esta forma, el hombre «se recibe nuevamente a sí mismo como don de Dios»64, convirtiéndose al mismo tiempo, en don desinteresado para el otro. Finalmente podríamos afirmar que, gracias a Jesucristo redentor, salvador y don del Padre, la relación de apropiación se transforma nuevamente en relación de don recíproco.
     
c) El hombre celeste
     
     El estado del hombre celeste en el otro mundo confiere el adecuado significado a las categorías ontológicas de la antropología cristiana. La relación del don recíproco se manifiesta como la categoría que define el ser y la existencia en plenitud del hombre celeste. La visión cara a cara del rostro de Dios introduce a los santos resucitados en la Communio personarum de la Trinidad, para formar parte de esta y realizarse plenamente como personas. Y, recuperada la libertad del don, los santos resucitados asumirán el estado virginal de sus cuerpos, plenitud de la relación del don recíproco donándose totalmente a Dios, y donándose a los otros resucitados en la Comunión de todos los santos, dando perfecto cumplimiento al significado esponsal de sus cuerpos resucitados. De esta manera, las personas glorificadas, varón y mujer, con su propia impronta psicosomática, alcanzarán la plenitud de su ser y existir, cuyo modelo y prototipo es Cristo resucitado. Este será el estado definitivo de la persona, creada desde el principio a imagen y semejanza de Dios uno y trino, destinada a la Communio personarum, cuyo significado es la relación de don recíproco.

4. Consideraciones finales


     Al concluir esta investigación afirmamos que la relación del don recíproco es una clave hermenéutica indispensable para una correcta interpretación de la antropología adecuada inscrita en la Teología del Cuerpo.
     
     Creemos además que el análisis de la antropología adecuada, a la luz de la clave hermenéutica relación de don recíproco constituye una verdadera novedad para la antropología teológica. Esto lo afirmamos a partir de las siguientes consideraciones:
     
     En primer lugar, el termino relación de don recíproco que S. Juan Pablo II usa en las catequesis de la Teología del cuerpo como significado de la Communio personarum, no aparece como tal en ningún otro escrito anterior. Por lo cual podría considerarse como un progreso teológico en el mismo pensamiento del autor. Es importante recordar que el Papa usa por primera vez en la Teología del cuerpo el término relación de don recíproco en la catequesis del 9 de enero de 1980, después de haber expuesto 13 catequesis en las cuales se evidencia un análisis exhaustivo de la relación, el don y la reciprocidad.
     
     Diversos estudiosos (filósofos y teólogos) como por ejemplo el Card. A. Scola, J. J. Pérez Soba, Y. Semen, la Dra. B. Castilla y el Dr. J. Lasterra han investigado diligentemente los términos relación, don y reciprocidad, en la antropología de K. Wojtyla. Sin embargo, no han alcanzado a identificar el termino relación de don recíproco, como clave hermenéutica indispensable para la comprensión de cada una de las categorías ontológicas, a partir de la cual K. Wojtyla ha elaborado la antropología adecuada. En este punto, nuestra investigación ha avanzado en relación con los estudios realizados hasta ahora.
     
     En segundo lugar, el análisis que hemos realizado, intentando transformar el estilo circular de S. Juan Pablo II en un discurso lineal, nos ha permitido identificar que la clave interpretativa relación de don recíproco, recorre todas las catequesis de la antropología adecuada. Todas las categorías ontológicas inscritas en el principio forman una sola unidad, e interpretadas a la luz de la clave relación de don recíproco, revelan la esencia y plenitud del ser persona.
     
     La antropología adecuada se desarrolla en tres etapas, en las cuales se evidencia un cambio en el estado ontológico de la persona humana: El estado del hombre del principio, del hombre histórico y del hombre celeste.
     
     S. Juan Pablo II utiliza categorías ontológicas de una ontología específica, que pertenecen a su propia antropología. Dichas categorías son: persona, relación de don recíproco, significado esponsal, libertad del don y Communio personarum. Hemos focalizado las categorías ontológicas originales, las cuales permanecen en las tres etapas del hombre, y que nosotros hemos analizado en su concreta realización en el hombre del principio, en el hombre histórico y en el hombre celeste.

      Al finalizar nuestra investigación es conveniente recordar que el valor y la dimensión del legado que S. Juan Pablo II dejó a la humanidad a través de sus catequesis de la Teología del Cuerpo, son una fuente que difícilmente se podrá investigar hasta agotarla. Por esta razón G. Weigel afirmó que la Teología del Cuerpo podría considerarse como una especie de bomba de relojería. En efecto, se trata, como dijimos en la introducción, de una Teología del Cuerpo por descubrir, profundizar y desarrollar todavía en nuestros días65. Por tal razón, el análisis que hemos realizado en la presente investigación no pretende de ninguna manera, agotar ni limitar el tema, sino presentar a los teólogos y filósofos del siglo XXI una nueva forma de análisis de la Teología del Cuerpo, que permita conocer en mayor profundidad, la riqueza de la antropología adecuada de S. Juan Pablo, a partir de la clave interpretativa relación de don recíproco.
     
REFERENCIAS

    1 Y. SEMEN, La sexualidad según Juan Pablo II, DDB, Bilbao 2005, 7.
     2 «El cardenal Wojtyla había ideado en Cracovia el proyecto que acabaría convertido en la primera parte de la Teología del cuerpo. Como recordaría años después, se llevó sus materiales de investigación al cónclave que eligió al Papa Juan Pablo II en agosto de 1978, y fue ahí donde redactó los primeros borradores». G. WEIGEL, Biografía de Juan Pablo II, Testigo de la esperanza, Plaza y Janés, Barcelona 1999, 456.
     3 C. WEST., Theology of the body explained, Pauline books, England 2003, 4.
     4 «Karol Wojtyla hace afirmaciones rompedoras, todas ellas en perfecta coherencia, pero que requieren un posterior desarrollo y sistematización. Weigel señala como la principal que, “la unión del varón y de la mujer en el matrimonio es una imagen de la intimidad de la Trinidad”. Pero esta conclusión va acompañada de un cortejo de intuiciones antropológicas, corroboradas por la experiencia, de las cuales no es de menor envergadura el ampliar la imagen de Dios en el ser humano desde “la persona” a “la comunión”, es decir, pasar de la imagen de Dios- Uno a la imagen de Dios-Trino (donde se inspira el personalismo dialógico)». B. CASTILLA DE CORTÁZAR, Mujer ¿Quién eres? Antropología de la co-identidad esponsal, Editorial Universidad de Piura, Perú 2020, 546.
     5 Y. SEMEN, La sexualidad según Juan Pablo II, 7.
     6 JUAN PABLO II, Meditación sobre el don, Didáskalos, Madrid 2021, 38.
     7 Gaudium et Spes, n.24.
     8 JUAN PABLO II, Carta Apostólica Mulieris dignitatem, n.7.
     9 PABLO VI, Carta Encíclica Humanae Vitae, n.8.
    10 «Muchos filósofos piensan de forma lineal: plantean un problema, examina una variedad de soluciones, y entonces, a través de un proceso de lógica paso a paso, alcanzan y formulan una conclusión. Wojtyla no pensaba de forma lineal. Su método era circular, pero como si bajara por una escalera de caracol, no dando vueltas interminables en un círculo cerrado. Él empezaba también por identificar un problema. Luego analizaba el problema desde diferentes ángulos y perspectivas. Cuando regresaba al punto de partida, él y sus alumnos sabían un poco más, de modo que estarían en disposición de examinar el problema desde uno u otro ángulo, pero ahora a un nivel más profundo de análisis y reflexión. El proceso continuaba durante un número indeterminado de bucles en espiral, sin forzar jamás una conclusión antes de que la cuestión hubiera sido examinada desde todos los puntos de vista posibles». Cf. G. WEIGEL, Biografía de Juan Pablo II…, 197.
    11 G. WEIGEL, Biografía de Juan Pablo II…, 465.
    12 S. Juan Pablo II señala que existen dos vías para la realización de la persona a partir de la relación de don recíproco: el matrimonio y el celibato por el reino de los cielos.  Por tal razón indica en la Teología del cuerpo: «Si Cristo ha revelado al hombre y a la mujer, por encima de la vocación al matrimonio, otra vocación —la de renunciar al matrimonio por el Reino de los cielos—, con esa vocación ha puesto de relieve la misma verdad sobre la persona humana. Si un varón o una mujer son capaces de darse en don por el Reino de los cielos, esto prueba a su vez (y quizás aún más) que existe la libertad del don en el cuerpo humano. Quiere decir que este cuerpo posee un pleno significado “esponsal”». JUAN PABLO II, Hombre y mujer los creó: catequesis sobre el amor humano, Cristiandad, Madrid 2017, 128. (Audiencia general [En adelante AG], (16 de enero de 1980, n.5).
    13 Hombre y mujer…, 215 (AG, 30 de julio de 1980, n.1)
    14 Hombre y mujer..., 321 (AG, 11 de febrero de 1981, n.4)
    15 Hombre y mujer..., 357 (Introducción de Juan José Pérez- Soba al tercer ciclo de catequesis de la Teología del Cuerpo).
     16 Hombre y mujer..., 66 (AG, 12 de septiembre de 1979, n.3)
     17 Hombre y mujer..., 99 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.3)
     18 Cf. Hombre y mujer..., 379 (AG, 16 de diciembre de 1981, n.4)
     19 Hombre y mujer..., 99 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.3)
    20 Cf. Hombre y mujer...,99 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.3)
     21 Hombre y mujer..., 99 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.3)
      
    22 «Communio personarum»
    23 Cf. Hombre y mujer...,66 (AG, 12 de septiembre, n.4) y 84 (AG, 24 de octubre de 1979, n.2)
    24 Cf. Hombre y mujer...,79 (AG, 10 de octubre de 1979, n.2) y 111 (AG, 19 de diciembre de 1979, n.3)
    25 Hombre y mujer..., 109 (AG, 12 de diciembre de 1979, n.5)
    26 Hombre y mujer..., 118 (AG, 2 de enero de 1980, n.4)
     27 La ontología cristiana es la única que considera la persona como categoría ontológica.
     28 Gaudium et Spes n. 24.
    29 Hombre y mujer..., 131 (AG, 30 de enero de 1980, n.3)
    30 Como dice el mismo Juan Pablo II: «La existencia de la persona es “para” la persona». Hombre y mujer..., 98 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.2)
    31 Hombre y mujer..., 98 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.2)
    32 Hombre y mujer..., 104 (AG, 21 de noviembre de 1979, n.2)
    33 Cf. Hombre y mujer..., 110 (AG, 19 de diciembre de 1979, n.1)
    34 Hombre y mujer..., 110 (AG, 19 de diciembre de 1979, n.1)
    35 Hombre y mujer..., 135 (AG, 6 de febrero de 1980, n.3)
    36 Hombre y mujer..., 135 (AG, 6 de febrero de 1980, n.2)
    37 Hombre y mujer..., 148 (AG, 5 de marzo de 1980, n.3)
    38 PLATÓN, Fedón, 72e_77a.
    39 PLATÓN, Fedón, 82 d-83 a.
     40 Cf. M. MORENO VILLA, El hombre como persona,18.
     41 Cf. G. GRESHAKE, Creer en el Dios…, 22.
     42 G. GRESHAKE, Creer en el Dios…, 26-27.
    43 Ibid.
    44 Cf. G. GRESHAKE, Creer en el Dios…, 41.
    45 G. GRESHAKE, Creer en el Dios…, 42.
    46 Cf. J. RATZINGER, Introducción al cristianismo, 140.
    47 Ibid.
    48 Cf. J. RATZINGER, Dogma e predicazione, 169.
    49 J. RATZINGER, Introducción al cristianismo, 140.
    50 Hombre y mujer...,99 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.3)
    51 Hombre y mujer...,118 (AG, 2 de enero de 1980, n.2)
    52 Dominum et vivificantem, n.10.
    53 Hombre y mujer...,98 (AG, 14 de noviembre de 1979, n.2)
    54 Cf. Hombre y mujer...,116 (AG, 2 de enero de 1980, n.2)
    55 Hombre y mujer...,120 (AG, 9 de enero de 1980, n.2)
    56 «La descripción bíblica del Libro del Génesis delinea la verdad acerca de las consecuencias del pecado del hombre, así como indica igualmente la alteración de aquella originaria relación entre el hombre y la mujer, que corresponde a la dignidad personal de cada uno de ellos». Mulieris dignitatem, n.9.
    57 Hombre y mujer..., 184 (AG, 30 de abril de 1980, n.2)
    58 Cf. Hombre y mujer..., 184 (AG, 30 de abril de 1980, n.2)
     59  Hombre y mujer..., 213 (AG, 23 de julio de 1980, n.5)
    60 Hombre y mujer..., 259 (AG, 8 de octubre de 1980, n.1)
    61 Hombre y mujer..., 252 (AG, 24 de septiembre de 1980, n.3)
    62 Hombre y mujer..., 252-253 (AG, 24 de septiembre de 1980, n.4-5)
    63 Hombre y mujer..., 253 (AG, 24 de septiembre de 1980, n.5)
     64 Hombre y mujer..., 321 (AG, 11 de febrero de 1981, n.4)
     65 «Karol Wojtyla hace afirmaciones rompedoras, todas ellas en perfecta coherencia, pero que requieren un posterior desarrollo y sistematización. Weigel señala como la principal que, “la unión del varón y de la mujer en el matrimonio es una imagen de la intimidad de la Trinidad”. Pero esta conclusión va acompañada de un cortejo de intuiciones antropológicas, corroboradas por la experiencia, de las cuales no es de menor envergadura el ampliar la imagen de Dios en el ser humano desde “la persona” a “la comunión”, es decir, pasar de la imagen de Dios- Uno a la imagen de Dios-Trino (donde se inspira el personalismo dialógico)». B. CASTILLA DE CORTÁZAR, Mujer ¿Quién eres? Antropología de la co-identidad esponsal, 546.
 

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Acerca de mí

Mi foto
Armando Medina Vargas, presbítero nacido en Lima el 28 de junio de 1983, fue ordenado por Mons. José Luis del Palacio y Pérez-Medel, obispo del Callao. Fue secretario del obispo del Callao de 2012 a 2015. Desde 2015, está en misión en Tierra Santa, sirviendo a la Domus Galilaeae y al Patriarcado latino de Jerusalén. Es vicedirector y profesor de Teología moral y Bioética en el Studium Theologicum Galilaeae. Tiene una licenciatura en Filosofía de la Pontificia Universidad Urbaniana (Roma) y una licenciatura en Sagrada Teología de la Facultad de Teología Redemptoris Mater (Callao-Perú). También posee un máster en Bioética y Biojurídica de la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo y está realizando un curso de perfeccionamiento en Bioética en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma. Obtuvo su licenciatura y doctorado en Sagrada Teología (Moral) en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, con calificación Magna Cum laude. Actualmente, es doctorando en Ciencias sociales (Antropología teológica) en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM).